naufragio

Poema


Poema

Primero descendíamos
por curvas peligrosas
a punto de estamparnos
por el despeñadero.

No sé cómo aparcamos:
recuerdo mucho fuego,
varias casas en llamas
y de repente el gato

lanzándose al vacío
sin calcular el riesgo,
planeando sin pensar
en el aterrizaje

fatal y tú tras él
-audaz vuelo en picado:
radiante la sonrisa-
hasta lograr cogerle

y cambiar el sentido
manteniendo el impulso
y volver a la cima
y posarlo en mis brazos.

Lo mismo que, despiertos,
rescatas tantas veces
de una peor caída
mis ganas de vivir.
 

Soneto blanco con estrambote cervantino


Soneto blanco con estrambote cervantino

No queda un haz de luz: sólo la noche
negra y una pizarra cenizosa
con un tizón por tiza en la que trazas
troncos y sierras, zetas, ovejitas

-cerdos de San Martín barranco abajo-
que emiten al formarse un estridente
treno en que se transforman las canciones
de cuna que escuchabas de bebé.

Arruyo, arroyo, rayo, remolino,
maelstrom que regurgita atronadoras
notas sinusoidales perpetradas

por un coro de niños moribundos
que va desgañitándose en colérico
chirriar que te taladra los oídos

hasta que sin aviso
después de un estallido de silencio
contra todo pronóstico amanece.

Recordatorio


Recordatorio

Hago mis abluciones
y le advierto perplejo:
Una de estas mañanas,
gemelo del espejo,
-vampiro al otro lado-
no hallarás el reflejo.

Consuelo

 

Consuelo

El tiempo, la hipoteca y la costumbre
-una vez que se ha vuelto el titilante
rescoldo de pasión grito de auxilio
lanzado en una cámara anecoica-

les hace continuar; uno es consciente 
de que en su corazón, molde bivalvo
que nadie se encargó de rellenar, 
no habitan ni las sierpes becquerianas

y el otro no recuerda desde cuando 
prosiguen como grises funcionarios
a sueldo del amor: aunque ambos sepan

que no logran llegar a fin de mes
les queda la certeza de que al menos
el mes que viene acabará llegando. 

Con Air

Con Air

Da igual la edad que tengas, te la pones
solo en el comedor y se convierte
en un cine alquilado a los colegas
y vuelves a tener los diecisiete 

como Violeta Parra y se oye el timbre
y es el repartidor de Telepizza
y crecen palomitas en tus manos: 
mas no vence a la vida el espectáculo. 

El bueno triunfa, el malo pringa, el monstruo
de Frankenstein no daña a la chiquilla;
se muere a discreción y sólo importa

que salve al conejito de peluche
que trae como regalo a su Telémaca
el héroe de expresión performativa:

Te voy a demostrar que Dios sí existe.

Scherzo


Scherzo

Hoy no me sale más que un simple scherzo
-tendré que pronunciarlo en castellano
para fijar el ripio chabacano-
digno de la perícia de un mastuerzo:

igual que en Zaragoza contra el cierzo
pugno para enfrentarme, pero en vano,
al reto de escribir -encima a mano-
otro poema que con cero esfuerzo

podría haber compuesto igual de mal
cualquier inteligencia artificial.
Así vuelvo a firmar otro fracaso

-retuércete en tu tumba Garcilaso-.
¿Y el toque humano? Puede irse al carajo:
que suba otro si quiere, yo me bajo.